Viajar es un placer. Un sueño, una ilusión. Que todo viaje es sueño y los viajes, viajes son. Toda esta parafernalia para introducir el sueño de un amigo de infancia, la ilusión de un viaje y el placer de hacer feliz. Este amigo mío de infancia me contactó hace poco por aquello del Facebook, qué práctico se ha vuelto lo de preparar un viaje, para cumplir su sueño de visitar París.
Texto: Juan Carlos Lorite
La idea y la preparación de un futuro viaje ya no se conciben a través de la evocación de las imágenes del lugar elegido. Ahora se consultan las imágenes en internet, las oficiales, las de los otros viajeros, las de los autóctonos, las de las bodas en el lugar, las de los geolocalizados allí, las del café que alguien tomó con sus amigas o con su novia en el mejor café de la ciudad, las de la mosca que apareció en la sopa del peor restaurante que jamás habrás visto, las del mejor asiento del mejor taxi conducido por el más rubio de los taxistas, que además te tiene entretenido durante los 20 minutos que dura el traslado del aeropuerto.
El turismo es “social”
Las redes sociales han cambiado, también, el turismo. Qué excitación imaginar la torre Eiffel, será alta, tan alta como la imagino, será marrón, negra, estará cerca del hotel, pero ¿qué hotel?
Ahora esa excitación ya no existe. Ahora el turismo es… social. ‘Basta’ con leer la opinión de todos aquellos que quedaron impresionados con aquella calle tan bonita o los que detestaron las flores en el edredón de aquel hotel. “Basta” con dejarse llevar por los consejos, clasificados previamente por máquinas de sugerir, de los viajeros expertos, más expertos que expertos, expertos entre los expertos…
O ‘basta’ con pedir opinión a tus amigos. “Basta” con alimentar la bulimia de datos y el voyerismo de redes como Facebook pidiendo opinión. ¿Cómo? ¡Que estás pensando ir a París y no has completado tu perfil! ¿Cómo vamos a proponerte los hoteles de París más recomendados por los otros doscientos treinta y cuatro amigos con los que has contactado una vez y que podrían recomendarte el hotel en el que no has pensado pero en el que seguro estás soñando.
Turistas narcisistas
Esta preparación social del turismo ya no es como la de antes. Antes uno estaba impaciente por volver a casa para tomarse algo con los amigos y contarles lo que había visto. Describirles de arriba abajo el color de la torre Eiffel y pasar por el afortunado del grupo que volvía de vacaciones. Ya no se cuentan los viajes después, sino antes. El narcisismo provocado por la experiencia del viaje vivido ya no se comparte con los amigos, en la reunión en la que se contaban los detalles con auténtico placer. No, ahora el narcisismo del viaje alcanza su paroxismo antes. Este tío sí que sabe, sí que da buenos consejos, a ver si me hago el mismo viaje porque lo que cuenta tiene una pinta genial, I like de la leche. O, en el peor de los casos, a ver si me evito lo que le pasó a este pringao, eso le pasó seguro porque no consultó las opiniones de los tres que opinaron sobre el local y el blog viajero que salió decimoséptimo en el google (trotamundos o trotamundeando me parece que se llamaba).
El caso es que mi amigo me contactó para que le aconsejase sobre una visita a París. El hombre tenía el sueño de visitar París con la ilusión de celebrar su décimo aniversario de boda y el placer de hacer feliz a su mujer.
Le di consejos sobre la ciudad, los barrios donde alojarse, las distancias con las principales atracciones turísticas y, lo confieso, busqué en… internet. Qué contento se puso cuando le dije que había una página que recogía las opiniones de la gente. Pero las máquinas de recomendar hicieron su trabajo, fueron entendiendo que él buscaba hotel, que estaba perdido y que podían atraparlo no ya por las opiniones sino por las ofertas.
Este amigo me mandó los hoteles que le había recomendado la máquina de sugerir. Entre ellas una oferta increíble que no te podías perder, con opiniones favorables de todos los más experimentados viajeros y enfrente de la Belle équipe, una de las terrazas donde los terroristas de noviembre de 2015 cometieron sus crímenes. Cómo ha quedado marcado París. Una pena. Nadie puede ya evitar un pensamiento de tristeza, de horror, de desazón al oír hablar de ciertos lugares. Pero las máquinas de recomendar, ofertas, no saben de eso.
Visitar París ahora más que nunca
Mi amigo quería saber si podía visitar París para vivir su sueño con su esposa. Yo le dije que París no puede sino que debe visitarse y ahora más. Que el hotel en cuestión estaría enfrente del horror y que el mejor homenaje a las víctimas no era otro que su felicidad en esta ciudad.
¿Saben qué? Cambió de hotel enseguida porque, me dijo, cuando uno prepara un sueño no tiene ganas de vivir pesadillas.
¿Saben qué? Le entendí aunque me cueste decir que es dar una victoria a los que buscaron el horror.
Pero lo que también entendí es que a mi amigo lo que le importaba era mi opinión. La de un amigo.
Miguel Ángel Fernández Martin
3 de abril de 2016Si yo fuese ese amigo que te pidió consejo, te diría que estoy súper agradecido de tus consejos y de tu amistad, pero sobre todo te diría que aunque cambiara de hotel, de avión o de fecha, París, ahora más que nunca…no lo cambiaría.
Y por supuesto, a los amigos tampoco.