Para los amantes de la historia y de la arqueología es la Spalatum de los romanos, creada a partir del gigantesco palacio construido por el emperador Diocleciano en el siglo III. Para los nostálgicos del mejor baloncesto yugoslavo de los ochenta es la ciudad del equipo de la Jugoplastika de Toni Kukoč, Velimir Perasović y Duško Ivanović (el primero jugó en los Chicago Bulls junto a Michael Jordan y los otros dos han entrenado a equipos españoles). Para los seguidores de Juego de Tronos es donde Daenerys encierra en unas mazmorras, precisamente en los sótanos del conservado palacio romano, a los dragones que entrenaba. Y para los turistas Split es un destino a la par monumental y playero, mochilero y crucerista, fiestero y familiar, jovial y asequible. Esta es una guía de Split con lo más destacado de una de las ciudades de moda en el Mediterráneo, junto a otras ciudades hermanas costeras de Croacia, como Dubrovnik o Zadar.
Texto, fotos y vídeos: José Carlos Pozo
En medio de la región costera de Dalmacia -sí, la que da nombre a los famosos perros con manchas negras salpicadas sobre un pelaje blanco-, Split disfruta de una posición privilegiada para recorrer una de las nuevas mecas del turismo europeo, Croacia, que con una población de solo 4 millones de habitantes recibió 21 millones de turistas en 2019, período prepandémico del Covid-19 que superará con creces con “esta nueva normalidad”.
En la Split actual, muchísimo más expandida fuera de las antiguas murallas romanas, viven unos 200.000 habitantes, lo que la convierten en la segunda ciudad más poblada de Croacia. Sin embargo, es una ciudad muy cómoda y agradable para pasear si tenemos en cuenta que en términos turísticos casi todo lo destacable gira en torno al palacio romano de Diocleciano y a La Riva, su paseo marítimo. Del deseo de jubilarse en su oriunda tierra dálmata, este emperador romano mandó construir un descomunal palacio hace 1700 años, que con el paso de los siglos fue parcelándose, transformándose y ocupándose por diversos pueblos: eslavos, venecianos o judíos sefardíes huidos de Portugal y España. Este centro histórico ha derivado en una amalgama arquitectónica de estilos romano, gótico, barroco, veneciano y austríaco, cuyos edificios están levantados sobre macizos muros de piedra que contrastan con sus tejados de color rojo.
Elegí Split para hacer un curso Erasmus que compartí con otros 30 colegas llegados de diferentes países europeos. En una semana aquí, me ha parecido una ciudad muy habitable y acaso más amigable. Los croatas son claramente mediterráneos en su forma de ser: simpáticos, curiosos y habladores, a la vez que se les da muy bien hablar otros idiomas -con casi todos los que hablé, desde adolescentes hasta jubilados, se defendían bastante bien en inglés y un número considerable hablaba también alemán o italiano-.
“Pomalo”, palabra clave en croata
Otra razón para mimetizarse con los croatas de Split y los de sus islas cercanas es gracias a su estilo de vida pausado, desestresado y despreocupado. La primera palabra croata que aprendimos en nuestro curso Erasmus fue pomalo. La dicen para expresar a sus interlocutores que se tranquilicen, que se relajen, que no se preocupen, que realicen despacio las actividades diarias para hacerlas con calidad. Muchos psicólogos y terapeutas actuales, que pretenden convertirse en gurús o simplemente vender a patadas libros de autoayuda, lo denominan slow movement (movimiento lento, en inglés), pero es una forma de entender la vida muy propia de las zonas sureñas de España, Italia, Grecia y también Croacia.
Pomalo es, pues, una palabra comodín del dialecto dálmata que aglutina un conjunto de significados lingüísticos que se traducen en rituales ancestrales apreciados por la gente local, como tomar la siesta, dedicar horas y horas a los almuerzos familiares o no dar mucha importancia a los retrasos de los amigos. Claro que si esto se lo dicen a un alemán o a un finlandés, les resulta chocante e improductivo, pero proponérselo desde el primer día en Split a otros mediterráneos se corre riesgo de que se lo tomen muy en serio. Así, nuestros compañeros portugueses eran los campeones del pomalo lifestyle. Si nos daban 15 minutos de pausa en el curso que realizamos, ellos volvían de la cafetería con 30 o 40 minutos de retraso.
Los lugareños croatas presumen también de otro término, fjaka, que es el arte de no hacer nada, prescindir de la televisión y de las redes sociales, detenerse y dejar descansar la mente de las preocupaciones laborales o de los problemas personales.
Qué ver dentro dentro del palacio
La idea preconcebida que solemos tener de un palacio es la de un lugar cerrado con un número limitado y controlado de visitantes y con un precio establecido. Nada de eso es lo que existe en Split (bueno, algunos monumentos en su interior sí son de pago). Conocido como palacio, en realidad la construcción palaciega de Diocleciano es una ciudad amurallada, por cuyas cuatro puertas -y otros callejones abiertos sobre la muralla- los transeúntes acceden libremente sin ningún tipo de control ni peaje, como sí hubo en los tiempos romanos. El palacio de Diocleciano es más bien lo que en otras ciudades llamamos casco histórico o antiguo, conformado por un intricado laberinto de calles en el que sorprendentemente se preservan los dos ejes perpendiculares de los trazados romanos: el cardo, la arteria que va de norte a sur, esto es, de la Puerta de Oro a la de Bronce; y el decumanus, la vía que une la Puerta de Plata al este con la Puerta de Hierro al oeste.
Declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 1979, el Palacio de Diocleciano es un conjunto monumental vivo y animado, que mantiene la estética clásica en las fachadas de los restaurantes, cafeterías, heladerías, vinotecas u otras múltiples tiendas que asaltan al visitante en cualquier recoveco. Es de imaginar que está prohibido la instalación de carteles grandes y estridentes al exterior de este conjunto monumental, porque en verdad cuesta encontrar a veces un lugar que se busque adrede, por ejemplo, me costó horrores hallar un pequeño supermercado Spar por el que pasaba por delante y no lo veía.
Las puertas de la muralla
La más imponente y mejor conservada es, sin lugar a duda, la Puerta de Oro, por donde solo el mismo emperador Diocleciano y sus familiares podían entrar. Frente a ella, en un relajante parque público, donde dan ganas de echarse la siesta, se halla la enorme estatua del obispo Gregorio de Nin, muy venerado en el país porque se enfrentó a la curia papal para introducir el idioma croata en las misas y demás servicios religiosos. Muchos de las visitas turísticas guiadas, como la mía, usan esta emblemática estatua como punto de encuentro para los turistas, que de paso aprovechan para tocar su pie -ya desgastado- que dicen da buena suerte. Nuestra guía nos hizo especial hincapié que a la salida de la Puerta de Oro se halla el mejor museo de la ciudad, el museo de Bellas Artes.
La Puerta de Plata, que conserva sus torres de defensa y es la más cercana al puerto, es conocida por albergar en sus alrededores el mercadillo diario de productos locales (frutas, verduras, carne, pescado, especias, etc.), pero también verás que la zona está plagada de puestos de souvenirs baratos y de escasa calidad. Por su parte, la Puerta de Hierro apenas se conserva, mientras que, desde la Puerta de Bronce, tras atravesar los sótanos del palacio, llegas directamente al ajetreado paseo marítimo de La Riva.
El Peristilo
Plaza rectangular rodeada de columnas, de corte clásico romano, el Peristilo fue el patio o plaza central del Palacio de Diocleciano. Es el lugar por el que se pasa y se vuelve a pasar una y otra vez, no solo porque es el corazón del Split monumental, donde confluyen las dos vías romanas que unen las cuatro puertas, sino sobre todo porque coincido con muchas reseñas de viajeros en que es uno de los más bellos ejemplos de arquitectura palaciega romana conservados en el mundo, además de ser un lugar mágico donde bulle la música, la animación y, lo que los franceses llaman, la joie de vivre, la alegría de vivir.
Es una delicia sentarse en sus escalinatas y saborear placenteramente unas cervezas, mientras se contempla el vastísimo arte que rodea el Peristilo o simplemente se ve pasar la variopinta fauna humana, desde los altísimos hombres croatas disfrazados de romanos que se dejan fotografiar por unas monedas, pasando por los turistas a los que se les puede ver con la cara casi desencajada de asombro ante tal belleza arquitectónica, hasta los grupos de chicas jóvenes que se ponen a bailar en medio de la solería de mármol cuando los artistas callejeros empiezan a entonar canciones populares en inglés.
La Catedral de San Domnius y la torre campanario
En un lateral del Peristilo se sitúa la pequeña Catedral de San Domnius del siglo VII, en donde se guardaba el sarcófago del emperador Diocleciano hasta que fue saqueado y destruido en una de las invasiones bárbaras que sufrió la ciudad. No me gustan mucho las alturas y mucho menos las escaleras empinadas; sin embargo, valió la pena subir pacientemente los tres niveles que constituyen la torre campanario de estilo gótico. Desde cada uno de ellos, pero en especial desde el último, obtuve una vista de pájaro impagable de 360 grados de los típicos tejados rojos y de las plazas más abiertas del centro histórico, de las montañas que sirven de telón de fondo de la ciudad extendida y, por supuesto, del enorme puerto de Split al que arriban o del que parten los grandes cruceros que surcan el Adriático u otros barcos que tienen como destino las cercanas islas del archipiélago croata.
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El Templo de Júpiter y las esfinges egipcias
En un lateral del Peristilo se halla el Baptisterio (un edificio separado de la catedral para ser usado para los bautismos), que hoy día se sigue conociendo más por lo que fue originalmente, el Templo de Júpiter, donde se celebraban los cultos a este dios romano. La entrada de este templo y también justo debajo del campanario de la catedral están custodiadas por dos pequeñas esfinges negras. Al principio pensaba que eran copias, pero resulta que son auténticamente egipcias, con más de 3.500 años de antigüedad; las únicas conservadas de las doce que el todopoderoso Diocleciano ordenó traer a Split del reino de los faraones.
La calle más estrecha de Europa
Cenando al exterior de la pizzería Fortuna (se come bien y tiene buen precio a pesar de su excelente ubicación), por detrás del Templo de Júpiter, me di cuenta de que sobresale un estrecho pasaje en un lateral de ese templo. Se trata de la calle Pusti me da prodjem, que en croata significa “Déjame pasar” y que tiene el récord de la calle más estrecha de Europa. Efectivamente dos personas en direcciones opuestas no pueden pasar sin ceder el paso. Es un lugar imperdible para una foto de recuerdo.
El Vestíbulo y los Sótanos
Subiendo unas escaleritas del Peristilo, en dirección hacia el mar, se accede a la antecámara de los aposentos privados del emperador Diocleciano. Es el Vestíbulo, que estuvo coronado por una enorme cúpula, desaparecida siglos atrás. Aparentemente este espacio tiene una acústica inigualable, de ahí que es muy habitual -como me ocurrió a mí- encontrarse a cantantes locales ensayando klapa, un canto a capela típico de la región de Dalmacia que hunde sus raíces en los ceremoniales de la Iglesia católica local.
En cambio, tomando las escaleras hacia abajo desde el Peristilo, se entra en los sótanos del palacio, una zona que debió ser muy lúgubre, sucio y pestilente durante siglos -acumulaba las basuras y las heces humanas-. Hoy en día, iluminados, limpios y accesibles, con puestos de artesanía local, estos sótanos son muy agradables para llegar al paseo marítimo.
Qué ver fuera del palacio
La Riva, el paseo marítimo
Emergiendo de los sótanos imperiales, la primera vez, La Riva apareció de manera imprevista -ante mí y supongo que ante muchos otros visitantes- como un escaparate lúdico frente al mar. Este paseo marítimo es una zona totalmente peatonal, donde tienen cabida los restaurantes, bares, heladerías y tiendas más modernas, pero dada su adecuada amplitud los transeúntes pueden pasear cómodamente pese a ser un hervidero de turistas -muchos de ellos cruceristas que se bajan en el puerto de Split- en temporada alta. La Riva es la zona pública más popular, cosmopolita y ambientada de Split.
La plaza del reloj
Otro de los espacios públicos más hermosos de Split es la Plaza Narodni, la plaza donde se halla el edificio del ayuntamiento. Desde el Peristilo, en dirección oeste, hacia la desaparecida Puerta de Hierro, se llega a este espacio amplio y luminoso, lleno también de tiendas, cafeterías y restaurantes, además de la librería Morpurgo, abierta desde 1861, y del reloj de la ciudad. No obstante, lo que más me encanta de esta plaza es su curiosa combinación de estilos arquitectónicos, que evidencia quiénes dominaron Split desde Diocleciano: de una fachada romana se pasa a una gótica, de otra veneciana a otra austrohúngara.
La Plaza de la República
Extramuros también, callejeando y tras cruzar la calle peatonal Marmontova, la más elegante y probablemente la más cara de la ciudad, o bien llegando desde el paseo marítimo de La Riva, está situada la plaza más veneciana de Split. La Plaza de la República (su nombre oficial en croata es Prokurative) es rectangular, rodeada en tres de sus lados por edificios neo-renacentistas que demuestran la tradición italiana de Split, y abierta completamente al mar en el cuarto lado, imitando claramente a la mundialmente conocida Plaza de San Marcos.
Las playas
La playa más cercana al centro histórico de Split y la única verdaderamente amplia que hay de arena es la playa de Bacvice (conocida también como Bace). Desde la Riva andando se tarda como máximo 10 minutos. Tiene concedida la Bandera Azul por contar con todos los estándares de calidad. En el lado oriental de la ciudad hay muchas más playas encajonadas en los barrios más marítimos. Algunas son como calitas, sin arena, con piedrecitas, con aguas transparentes y vistas esplendorosas al atardecer. De esta zona la más familiar y amplia es la playa de Znjan.
En el extremo occidental de Split, en una punta que sobresale de la costa, se levanta la colina de Marjan, donde apenas hay construcciones urbanas. Rodeando este parque natural, se encuentran varias de las más famosas y hermosas playas de Split, como la playa de Bene, en la que los pinos cercanos dan buen refugio del sol, o la de Kaskuni, mucho más equipada con numerosas tumbonas y un beach bar. Incluso existe una zona de nudismo. A estas últimas playas de la zona oeste es mejor llegar en autobús o en taxi.
Qué ver cerca de Split
A las afueras de Split se encuentran las ruinas romanas de Salona y la fortaleza de Klis, retratada como la ciudad esclavista de Meereen en Juego de Tronos; hacia el norte pasando el aeropuerto de Split se enclavan dos ciudades declaradas patrimonio de la Humanidad, Trogir y Sibenik; y de ahí poca distancia más falta para arribar a Zadar; hacia el sur hay que echar unas horitas en coche para toparse con la codiciada Dubrovnik. Hacia el interior se pueden visitar sus impresionantes parques naturales, como el de Krka o el de Plitvice, este último un poco más alejado pero accesible en unas tres horas de autobús. Y, sobre todo, desde el puerto de Split hay un trasiego constante de ferries y veleros que navegan hacia las numerosas y encantadoras islas croatas, como Brac, Hvar o Korcula. Incluso en cuatro horas de coche se podría ir a Zagreb, la capital croata, que es más centroeuropea tanto arquitectónicamente como de mentalidad.
Ver todos esos lugares en pocos días de vacaciones en Croacia puede ser una paliza. A veces en mis viajes, por visitar lo máximo posible, vuelvo a casa reventado. Esta vez en Croacia la decisión más sabia fue tomármelo todo con pomalo, con calma: descubrir la monumentalidad de Split sin agobiarme por ver hasta el último detalle; degustar su rica gastronomía en compañía de los nuevos amigos españoles y de otros lugares que he hecho aquí; y conocer unos cuantos lugares más cercanos como Trogir y la isla de Brac, sin estrés, sin mirar el reloj. Porque tengo claro que en el futuro volveré a Croacia.
Cómo llegar desde el aeropuerto
Tomar el autobús es la forma más económica de llegar a Split desde el aeropuerto, que está situado a 23 km del centro de la ciudad. Existe el autobús del aeropuerto, cuyo recorrido termina en la estación central de autobuses de Split. Sus horarios dependen de la temporada del año y del número de vuelos que aterrizan. Por su parte, es más barato y más fijo -siempre dos veces cada hora- el autobús local número 37, que se toma en la carretera que hay en frente de la salida del aeropuerto. Es el mismo que hace el recorrido desde Split hasta Trogir, adonde fuimos a ver esta hermosa ciudad medieval en este número 37. Va cargado de estudiantes y hace muchas paradas. Llega a la terminal de autobuses Sukoisan, ubicada a solo 1km del centro de la ciudad.
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Otra opción es tomar un taxi. Los de Uber son más baratos, vehículo al que pagamos 25 euros entre cuatro personas. Por desconocimiento de las opciones de autobús y de taxi contratamos con antelación a nuestra llegada a Split un vehículo de transfer privado, que nos salió por 35 euros. De todos modos, fue barato en comparación con otros precios que vimos a partir de 45 euros.
Dónde comer
Restaurantes, bares y cafeterías no faltan en Split. La ciudad vive claramente del turismo. Hay donde elegir para todos los bolsillos y paladares. Aquí recomiendo algunos de los establecimientos que probé junto a mis amigos y otros recomendados por croatas locales que no pudimos probar por falta de tiempo o porque siempre estaban llenos.
Restaurante Kod sfinge
En este restaurante a dos pasos del Peristilo, al que se accede por una callejuela, fuimos dos veces (algunos repitieron más veces). De piedra totalmente, Kod Sfinge es un lugar acogedor, con platos diferentes y deliciosos, como el arroz negro, la ternera en salsa de vino tinto o sus gnocchis. La camarera de pelo corto rubio y gafas es un auténtico personaje. Simpática y habladora, sabe muy bien aconsejar el plato más adecuado.
Fabrique Pub
Sí, es un pub decorado con estilo industrial, con música muy actual y con gente joven con ganas de darlo todo por la noche, pero además cuenta con una excelente cocina. En Fabrique los precios son muy razonables pese a estar en pleno paseo marítimo. Si la música de los DJs te agobia mientras comes o cenas, te aconsejo que reserves o llegues con tiempo para colocarte en la terraza exterior. Sirven desde hamburguesas, pizzas y costillas hasta platos balcánicos.
Restaurante Articok
Es uno de los más afamados de la ciudad, por eso cuesta mucho reservar en Articok. Está fuera del bullicio del centro, pero cerca de la Plaza de la República. Calidad a precio aceptable, con excelente servicio, según las reseñas de la gente local y de los usuarios de Tripadvisor.
Otros restaurantes con precios intermedios con buenas recomendaciones son Konoba Varos y Konoba Festivi. Para los que quieren comer a un precio barato (menos de 10 euros) comida local nuestras guías de Split nos recomendaron los restaurantes Ba!ce y Kantun Paulina. Estos dos últimos establecimientos son buenos para probar Ćevapi, un tipo de kebab típico de Bosnia y Serbia que se sirve con cebollas picadas y una crema láctea.
Dónde dormir
El abanico de alojamientos disponibles en Split es amplio y variado. Incluyo la información de tres apartamentos y un hotel que nos recomendaron los responsables de nuestro curso Erasmus, porque sus puntuaciones en Booking son muy altas.
Guesthouse Vialli fue el apartamento en el que nos alojamos mi compañero de curso y yo. Es un espacio amplio y abierto, sin puertas, con dos camas de matrimonio, una abajo y una subiendo unas escaleras como en una especie de buhardilla. Los dueños son muy amables y están disponibles en cualquier momento. Tiene aire acondicionado y todos los utensilios necesarios. Caben cuatro o cinco personas. No está en pleno centro, sino a unos 10 minutos de distancia; por ello, el precio es muy bueno (pagamos 390 euros en total por una semana a principios de junio para dos personas) en comparación con las opciones que se encuentran en el casco antiguo. La única pega es que está en una quinta planta sin ascensor. Para jóvenes o parejas que quieran ahorrar es ideal.
El apartamento Belavista está en el top de puntuación de los alojamientos de Split. No es de extrañar porque está en un edificio moderno y su decoración es exquisita. Por la misma zona de los dos anteriores apartamentos también tiene excelentes reseñas el apartamento Karlo. En cuanto a hoteles, aunque sale algo más caro, pero sin las tarifas elevadas que serían en la zona cercana a La Riva y el Peristilo, nos recomendaron el Hotel Globo.
David
15 de julio de 2022Magnífico artículo. Yo acabo de llegar de Split y he seguido la guía a rajatabla.Resultado:todo perfecto. Así que enhorabuena.