Como el que tiene una sobrina en otra ciudad lejana y cada vez que la ve, pasados unos años, está más crecida, más cambiada, más guapa, así son mis sensaciones desde hace una década cuando vuelvo a la capital rusa a los dos o tres años. La metamorfosis de Moscú se ha acentuado desde que Rusia tiró la casa por la ventana para dar al mundo la mejor imagen siendo el país anfitrión del Mundial de fútbol de 2018. Más limpia, más segura, más adecentada, más paseable y algo más ecológica. Los cambios en la capital de Rusia están siendo de calado para hacerla más habitable para sus ciudadanos, pero a la vez convertirla en destino mucho más atractivo para los turistas.
Texto y fotos: José Carlos Pozo
Para todo aquel que haya viajado antes a la capital “putiniana” el primer signo del cambio actual es de índole sociodemográfica. Nada más poner pie en la ciudad resulta asombrosa la vertiginosa “asiatización” de los habitantes moscovitas. Uzbekos, kirguizos, tayikos, kazajos, azerbaiyanos o georgianos, procedentes de antiguas repúblicas soviéticas de Asia Central y del Cáucaso que hoy son países independientes de la Federación Rusa, han emigrado progresiva y masivamente a la capital rusa ocupando los más diversos puestos laborales de la clase obrera: taxistas, albañiles, tenderos, barrenderos, etc. En 2021 Moscú es la segunda megalópolis de Europa, tras Estambul, en términos poblacionales: 12 millones de habitantes en su término municipal y 17 millones en su área metropolitana.
Rusia es un país que ha cambiado a un ritmo endiablado desde los años ochenta, en los que todavía existía la Unión Soviética, pasando luego por los caóticos noventa dominados corruptamente por los oligarcas, hasta la etapa actual de mayor estabilidad y crecimiento económico. Es innegable que “las dos ciudades privilegiadas” de Rusia siguen siendo Moscú y San Petersburgo, donde la renovación urbana es más extraordinaria y sus habitantes, más urbanitas, asumen las modas, los modelos y las conductas globalizadas con más avidez y celeridad (no siempre, porque el alma rusa es indómita en muchos casos se viva en una gran ciudad o se viva en una aldea siberiana).
Según la FIFA, Rusia 2018 ha sido el Mundial mejor organizado de la historia. Se esté o no de acuerdo, lo cierto y verdad es que la gran cita futbolística ha transformado Moscú para bien. Y lo digo no solo por las avenidas, los bulevares, los monumentos y los medios de transporte del centro, que en definitiva es lo que ve el turista promedio, sino también por las más diversas infraestructuras de los barrios periféricos por donde he paseado y hecho vida durante este verano pasado. Se calcula que Rusia gastó más de 4.000 millones de euros en la organización del Mundial de Fútbol.
Estas son solo algunas de las mejoras considerables y evidentes que cualquier visitante asiduo a Moscú habrá notado tras el macroacontecimiento deportivo.
Qué ha mejorado en Moscú tras el Mundial
Limpieza en las calles
Cualquiera que esté harto de sortear las cacas de perros que “decoran” las calles de muchas localidades españolas, agradecerá la ausencia de excrementos caninos en Moscú. En 15 días paseando de un lado para otro solo me he encontrado una caquita perruna.
Puede ser que en Moscú no haya tantas mascotas caninas, puede ser que los moscovitas estén más concienciados en cuidar su ciudad o puede ser simplemente que las multas por dejar las defecaciones animales en las calles sean disuasivas. No sé verdaderamente la causa. Pero sí he notado que, con respecto a años atrás, hay más papeleras públicas y en cualquier barrio hay camiones de limpieza que están a todas horas rociando de agua las calles y avenidas. En algunos casos son tractores que no encajan muy bien en la estética automovilística de Moscú, pero vaya lo importante es que hacen bien su labor.
Parques infantiles, el paraíso para los niños
La consecuencia más positiva que ha traído el Mundial de fútbol de 2018 es que Moscú se ha convertido en una ciudad mucho más children friendly. Los parques y zonas infantiles se han multiplicado y modernizado a un nivel tan alto que pocas veces lo he visto en otras ciudades y países.
No hay que andar muy lejos para encontrarse casi en cada esquina una zona de juegos infantil con sus toboganes, columpios, suelo acolchado o incluso tubos grandes y tirolinas para los niños más grandes y atrevidos. De nuestro alojamiento en Moscú a la boca del metro había 7 minutos andando y en ese trecho nos topábamos con 4 parques infantiles, que han hecho que mi hija de tres años se lo haya pasado en grande.
Lo mejor es que muchos parques infantiles están magníficamente tematizados. Así, por ejemplo, en una calle perpendicular a la comercial y turística calle Arbat hay un parque para niños en el que se reproducen un faro y un barco velero. Hemos visto también parques imitando castillos medievales, vagones de tren, etc.
En esta última visita a Moscú la sorpresa urbana más agradable ha sido ver el nuevo Parque Zaryadye, construido en un emplazamiento privilegiado junto al Kremlin, la Plaza Roja y la Catedral de San Basilio. Este gran espacio público ocupado anteriormente por un horrible hotel de época soviética, el Hotel Rossiya, alberga ahora museos, pabellones para exposiciones, una sala de conciertos, un gran anfiteatro al aire libre, restaurantes, un puente flotante sobre el río Moscova y, por supuesto, zonas verdes y paisajes que muestran la diversidad de la naturaleza rusa. No falta tampoco la zona de juegos infantiles con vistas impagables a las cúpulas tipo cucurucho de la Catedral de San Basilio.
Baños públicos callejeros
Otra novedad inesperada del nuevo Moscú ha sido encontrar modernos urinarios públicos por los bulevares, los parques y en algunas calles turísticas como Arbat. Son cabinas automáticas con forma rectangular de colores diversos (verde, marrón, gris oscuro…) por los que se paga en metálico (algunos admiten tarjeta de crédito) menos de un euro.
Verdaderamente ahora pasear por Moscú es mucho más cómodo y, sobre todo, más tranquilizador para los que sienten muy a menudo la necesidad urgente de ir al baño. Ya no hay que aguantarse o consumir constantemente en bares y restaurantes para “aliviarse la barriga”.
Seguridad a toda costa
En ninguna de las ocasiones que he visitado Moscú me ha parecido una ciudad peligrosa. Siendo una gran urbe, uno tiende a pensar en lo negativo: me van a robar en el metro, me van a dar un tirón en la calle… Más lejos de la realidad. Hay mucha presencia policial por todas partes. En todas las estaciones de metro hay arcos detectores de metal y por las noches los arcenes están vigilados por policías jóvenes pertenecientes a la Guardia Nacional rusa, cuerpo policial creado por Vladimir Putin en 2016 para luchar contra el terrorismo y el crimen organizado. No he tenido la valentía de hacerles una “foto robada” a estos guardias porque suelen tener “cara de pocos amigos” y, en cierto modo, me recuerda a las Juventudes Hitlerianas. Me he encontrado con policías vigilando la entrada de algunos parkings o incluso a la entrada de las bibliotecas. Se nota que en Rusia la seguridad es prioridad número uno.
Más transporte público eléctrico
Si hay un aspecto que destacar por su funcionamiento ejemplar en Moscú, y esto viene de los tiempos soviéticos, es el transporte público. La red del metro moscovita es cada vez más extensa, abriendo nuevas estaciones cada año, entre ellas las de la Gran Línea Circular, que con 70 km de trazado será la más grande del mundo.
Las estaciones más céntricas destacan por su rica ornamentación, llegando en algunos casos a ser auténticas obras arquitectónicas de arte. Sin embargo, al usuario del metro moscovita lo que más le importa, al fin y al cabo, son dos factores esenciales: primero, es rápido y muy frecuente (entre tren y tren he comprobado por mí mismo que no llega a los dos minutos de espera); y segundo, es bastante barato (una tarjeta de uso ilimitado para 3 días cuesta 455 rublos, lo que equivale a 5,30 euros).
Junto al eficiente metro, transporte poco contaminante, el ayuntamiento de Moscú está acometiendo una renovación radical del transporte público interno por carretera para que sea más ecológico. Se ha dotado de la flota más moderna de tranvías de Europa, quitando de la circulación los viejos y pintorescos tranvías. Además, ha liquidado también los trolebuses y los está sustituyendo por modernos autobuses eléctricos de color azul.
Taxis, taxis y más taxis
Hace tiempo cualquier coche que circulara por una calle rusa podía ser un potencial taxi. Levantabas la mano y el que se parase te llevaba adonde acordaseis a cambio de una cantidad pactada. Además, antes operaban muchos más taxis ilegales mafiosillos, o al menos esa era impresión hasta hace pocos años.
Gracias a la aparición de las aplicaciones por internet para pedir un taxi, se puede saber el precio a pagar antes de subirte, evitando los timos habituales de antaño. Las dos compañías que se han hecho con gran parte del mercado moscovita de taxis son Yandex Go (es una de las muchas divisiones de la gran corporación rusa que sería el equivalente a Google) y Uber Taxi. Ahora cada vez que voy a Rusia uso Yandex Taxi y no he tenido problemas con las tarifas marcadas en la aplicación. Después tienes la posibilidad de valorar en la app cómo ha sido el servicio del taxista.
La flota de taxis de Moscú es inmensa, por lo que hay mucha competencia y, por tanto, son muchísimo más baratos que en otras grandes ciudades europeas. Como ejemplos, hicimos un trayecto de 40 minutos desde nuestro alojamiento a una de las zonas céntricas y pagamos solo 850 rublos, es decir, 10 euros, y eso a pesar de que la tarifa era algo más alta por llevar sillita de bebé para nuestra hija. De casa al aeropuerto de Sheremetyevo, que nos demoró una hora, pagamos 2000 rublos = 23 euros. Eso es impensable en Madrid, Barcelona, París o Londres.
Qué falta por mejorar en Moscú
Tráfico infernal
Como en casi todas las macrourbes, el tráfico en Moscú es infernal. Pese a todas estas posibilidades de buen transporte público antes mencionadas, son muchos los moscovitas y los de otras localidades del extrarradio que prefieren ir en coche. Es paradójico y radical el cambio de mentalidad que se ha producido en Rusia en cuanto al transporte. Si en los tiempos de la Unión Soviética, eran muy pocos los privilegiados que poseían un coche; en cambio, hoy día para muchos tener un coche es un signo de distinción social y hay que usarlo aunque se pierda más tiempo que en el metro.
En consecuencia, la ciudad sufre de continuos y largos atascos de tráfico y no solo en las horas punta, en los que el problema se agrava más si cabe. Según un estudio de Global Traffic Scoreboard, Moscú es la ciudad del mundo más congestionada por el tráfico.
Esta última vez que hemos estado para salir de Moscú o ir a parques grandes y hermosos que nos quedan lejos, como el Parque Gorki, y también evitar estar rodeado de gente debido al Covid, pensamos en alquilar un coche, pero al final desistimos de la idea por dos motivos: primero, nos podríamos pasar horas en llegar a los sitios, cuando en el metro no se pierde ni un minuto de la hora planeada; segundo, los moscovitas al volante sufren de un estrés desmesurado y es una locura conducir por la ciudad.
Reciclaje, una de las tareas más urgentes
Por fin, este año he visto contenedores de colores para reciclar el papel, el vidrio, el papel y los objetos de metal. No obstante, el problema radica en que son muchos los que no separan los distintos tipos de basura. Me acerqué en varias ocasiones a los contenedores de reciclaje del barrio donde nos alojamos y todo estaba mezclado. Había bolsas de basura orgánica en la de vidrio, papel en la de plástico y así todo hecho un asco. Está claro que la necesidad de reciclar está todavía poco asentada entre la población rusa y hacen falta más campañas educativas y de concienciación. Según Greenpeace, en Rusia solo se recicla entre el 7 y 8% de la basura.
A ello se une que no siempre hay creada una buena infraestructura de reciclaje cerca de todas las casas, como ocurre en la mayoría de ciudades españoles donde en cada esquina hay algún punto o isla subterránea de reciclaje. Para depositar las botellas de vidrio tenía que caminar 20 minutos hasta el parque principal del barrio, en cuya entrada hay contenedores específicos. Menos mal que las llevaba en la parte baja del carrito de paseo de mi hija.
¿Necesitas ruedas en el metro? Pésima accesibilidad
Si tienes silla de ruedas, vas cargado con el carrito de la compra, llevas unas maletas pesadas o, como era mi caso, transporta a un bebé en un carrito, lo tienes chungo para bajar al metro sin la ayuda de otra/s persona/s. Es verdad que suele haber unos tablones o raíles metálicos muy cutres en alguno de los lados de las escaleras, pero no siempre encajan bien las ruedas de lo que transportes y están muy empinados, por lo que al final tienes que llevarlo a peso. Menos mal que los hombres rusos son muy serviciales. Son muchos los que se ofrecen a ayudar a las mujeres con carritos de bebé o los ancianos que llevan la compra.
En todo caso, claramente el metro de Moscú no es nada accesible para las personas con movilidad reducida, como lo cuentan en esta web para viajeros con movilidad reducida. Es incomprensible que con el dineral que el Gobierno y el Ayuntamiento de Moscú invierten en el transporte suburbano no se disponga de unas rampas accesibles mucho mejor acondicionadas, con pendientes menos abruptas, o incluso ascensores exclusivos para estas personas que también derecho a desplazarse por la ciudad.
Sin apenas carteles en otros idiomas
Es incomprensible que una ciudad que se ha preparado ardua e intensamente para un mundial de fútbol, el segundo evento que más turistas extranjeros atrae tras las Olimpiadas, no haya ampliado y mejorado la cartelería callejera en otros idiomas además del ruso. Si no sabes leer en cirílico, el alfabeto que usa el idioma ruso, te las vas a ver y desear para orientarte en la ciudad, para moverte por un centro comercial o para entender los letreros de los negocios.
Con respecto a hace unos años, los vagones de los nuevos trenes y algunas líneas céntricas del metro tienen traducciones literales al inglés de los nombres de las estaciones (ojo: en ruso algunas vocales y sílabas se pronuncian de manera diferente a su escritura). Bueno, algo es algo, pero es insuficiente. Al contrario que en ciudades muy turísticas en el mundo, no hay mensajes en inglés de las paradas del metro, solo se dan en ruso; o apenas hay carteles en inglés de lugares destacados mientras caminas por la ciudad. De hecho, en 2017 encontré ya más informaciones callejeras en inglés u otros idiomas en San Petersburgo, que de siempre estuvo más enfocada al turismo, que en el Moscú de 2021.
En conclusión, Moscú es ahora una ciudad mucho más placentera para vivir, para pasear, para hacer turismo. Se ha “metamorfoseado” increíblemente en menos de una década en aspectos tales como la limpieza de sus calles, la seguridad, la higiene pública, el transporte público, la digitalización, la peatonalización y el embellecimiento del mobiliario y de las fachadas, pero todavía tiene asignaturas pendientes por superar, desde el reciclaje y la accesibilidad para las personas con movilidad reducida hasta el insufrible tráfico rodado.
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