En la Costa del Sol española, a medio camino entre Málaga y Marbella, rodeada por la imponente Sierra de Mijas, se sitúa Fuengirola, una ciudad vibrante y acogedora -cuenta oficialmente con más de 80.000 habitantes según el censo de 2019, población que duplica o incluso triplica en verano-, tranquila, limpia, manejable a pie o en bicicleta, agraciada por un clima soleado y benévolo durante todo el año, y palpitante de un estilo de vida muy cosmopolita y muy mediterráneo, muy callejero y muy playero. Es una ciudad encarada urbanísticamente frente a sus 8 km de playas, que ejercen de imán en el día a día de los lugareños, de los que la hemos convertido en nuestro hogar y de los que pasan largas o cortas temporadas aquí. Reseñamos a modo personal, en este artículo sobre las playas de Fuengirola, 10 pros y 1 contra que inclinan claramente la balanza hacia el lado positivo de su atractivo costero.
Texto y fotos: José Carlos Pozo
Conocida como “la Córdoba chica”, por ser el destino playero preferido por los hijos de la Mezquita para escapar del asfixiante calor estival de su ciudad, y denominada también la capital finlandesa de España –más de 4,300 fineses empadronados en 2019, pero se calcula que son el doble entre octubre y mayo cuando más jubilados de ese país nórdico residen-, esta ciudad andaluza no solo se debe a los cordobeses y a los finlandeses, sino a todos los habitantes de las 127 nacionalidades registradas en su padrón; de ahí que una de sus fiestas más populares sea la Feria de los Pueblos de Fuengirola a finales de abril.
Pros de las playas de Fuengirola
Playas urbanas de bandera azul
De las 7 que componen su litoral 4 playas de Fuengirola lograron la bandera azul en 2023. Lo sorprendente es que se trata de playas integradas en el casco urbano, a las que se accede fácil y rápidamente desde cualquier punto de la ciudad, que con este galardón acreditan el cumplimiento de una serie de rigurosos estándares de calidad, como la limpieza del agua marina, la seguridad de los bañistas o la prestación de servicios amplios y variados.
Las playas de Fuengirola son de arena fina y oscura, además de tener baja profundidad. Eso sí, no te vas a encontrar arena virgen como en Tarifa (Cádiz) o en el Cabo de Gata (Almería), ya que necesitan aportaciones anuales de arena de grano fino. No obstante, no te clavarás piedrecitas cuando te tumbes a tomar el sol o cuando entres al mar como en la costa granadina. De este a oeste las playas fuengiroleñas son las siguientes: Carvajal, Torreblanca, Los Boliches-Las Gaviotas, San Francisco, Fuengirola, Santa Amalia y Ejido-Castillo.
El Castillo de Sohail, un mirador sobre la costa
El mejor mirador de la franja costera de Fuengirola es el Castillo de Sohail. Fortaleza medieval desde la época de la dominación árabe de Al-Andalus, conquistada por los Reyes Católicos en 1485, sufrió posteriormente una serie de avatares, que la llevaron desde el abandono casi absoluto hasta su rehabilitación y conversión actual en espacio multiusos, en el que en los últimos años se han celebrado la Feria Medieval, la Fiesta de la Cerveza alemana o el Festival Marenostrum de música.
Conciertos y moragas
En verano la Playa del Castillo es el lugar idóneo de Fuengirola para organizar los conciertos de artistas nacionales e internacionales. Es un espacio amplio, abierto y separado del casco urbano por el puente del río Fuengirola, por lo que las molestias provocadas por la música alta son mucho menores que en cualquier otro lugar de la ciudad. Si además los montajes de los conciertos son espectaculares, como los de Sting y Scorpions, a los que pude asistir en los últimos dos veranos, frente al castillo iluminado, con la brisa veraniega y con el mar Mediterráneo de fondo bajo la luz de la luna, ¿qué más se puede pedir?
Pues hay más, porque en esa misma playa se puede comer una barbacoa de forma limpia y organizada. En la playa del Castillo hay dispuestas 11 barcas metálicas para que en ellas se hagan, bajo permiso previo solicitado a la policía local, las típicas moragas malagueñas, o sea, comer sardinas al fuego o asados de cualquier tipo de carne.
El Paseo Marítimo, extenso y cuidado
En webs y blogs de viajes Fuengirola suele aparecer en el top de los paseos marítimos más bonitos de España. Con sus 7 km ocupa casi toda la extensión del término municipal. Es un foco de vida, deporte y entretenimiento. En el Paseo Marítimo Rey Juan Carlos, que así es su denominación oficial, los mayores se reúnen para echar su rato de charla, los músicos y animadores callejeros se esmeran por atraer la atención de los transeúntes, los ciclistas y los patinadores circulan por el carril bici y los runners van por donde les da la gana, eso sí, por las tardes-noches, con la fresquita, han de esquivar a las familias que andan de paseo y a los turistas parsimoniosos.
Ideal para hacer deporte
Con el continuo fluir de corredores, patinadores, skaters o ciclistas el paseo marítimo se convierte a diario en la mejor “pista” deportiva de la ciudad y, sin duda, con las mejores vistas. Además, de una punta a otra las playas de Fuengirola son auténticos gimnasios al aire libre gracias a la instalación de múltiples aparatos de libre uso para realizar ejercicios físicos: desde máquinas de remo, timones para mover las manos o elípticas, usadas fundamentalmente por los jubilados a horas matutinas, hasta bancos de abdominales, barras de flexiones, espalderas o muros de madera con cuerda para trepar, que concentran a los jóvenes más musculados a horas vespertinas.
En la arena de sus playas el deporte estrella es el vóley playa. Allí donde hay un hueco disponible entre los bañistas que toman el sol, jóvenes y no tan jóvenes colocan sus redes y juegan horas y horas hasta bien entrada la noche. Es un deporte que fomenta la socialización y, por ello, gana más y más adeptos en todas partes. Las playas más propicias para jugar al vóley playa son las del Castillo, la de los Boliches-Las Gaviotas y la de Torreblanca.
También entre las playas de Santa Amalia y la del Castillo, en la desembocadura del río Fuengirola, sus márgenes se han convertido en un parque fluvial donde hay senderos para correr, canchas de baloncesto, tablas de ping-pong y hasta una zona de multiaventura para alquilar barquitas a pedales, tablas de paddel surf o lanzarse en tirolina.
Para los que gusten más del mar en el Puerto Deportivo se encuentra la Escuela de Vela y Náutica de Fuengirola, que ofrece cursos de iniciación a la navegación para niños y mayores. Además, hay varias agencias especializadas en el alquiler de botes de bananas, castillos hinchables en el mar, motos acuáticas u organizan vuelos en paracaídas unidos a una lancha sobre el mar (parasailing Fuengirola).
Chiringuitos, bares, restaurantes… por doquier
Junto a los más de 30 chiringuitos de Fuengirola, en los que se preparan los famosos espetos de sardinas malagueños clavados en una caña dentro de unas barcas llenas de arena, el Paseo Marítimo Rey Juan Carlos y el puerto deportivo están plagados de cafeterías, heladerías, bares de copas, bares de tapas, restaurantes italianos, chinos, libaneses, ingleses, japoneses, tailandeses y de muchas otras nacionalidades. La oferta gastronómica es amplia y variada para contentar a casi cualquier paladar.
Alojamientos a dos pasos de la playa
Para una ciudad pequeña como es Fuengirola la oferta hotelera es muy abundante. Entre hoteles, apartamentos, hostales y pensiones suma más de 12.000 camas. Lo mejor es que, en su mayoría, los alojamientos hoteleros están a tiro de piedra de la playa. Entre los hoteles de 4 estrellas en pleno paseo marítimo están el Hotel IPV Palace & Spa en la Playa del Castillo, el Hotel Las Palmeras frente al puerto deportivo, el Hotel Yaramar y el Hotel Ilunion, ambos en la Playa de Los Boliches.
Parques infantiles y zona adaptada para minusválidos
No solo en los parques de los barrios fuengiroleños, sino también en la misma arena de las playas los niños pueden jugar sobre las cuerdas o tirarse por los toboganes que hay dispuestos en mini parques infantiles junto al paseo marítimo.
Por otra parte, ni propios ni extraños del municipio suelen darse cuenta de la existencia de un lugar esencial para que las personas con algún tipo de minusvalía disfruten de la playa y del mar en las mejores condiciones posibles. Entre los Boliches y Torreblanca, en la Playa de las Gaviotas se ubica una zona perfectamente adaptada para las personas con movilidad reducida. Además de reservarse 10 aparcamientos para este colectivo, disponen de aseos adaptados, tumbonas gratuitas y sillas anfibias para que los socorristas encargados de la zona ayuden a estas personas a entrar y salir del mar.
Limpieza a la orden del día
Como ciudadano que vive en Fuengirola, puedo asegurar que mi nivel de satisfacción con la limpieza de la ciudad es bastante alto. En verano a los jardineros y operarios municipales se les unen cuadrillas de barrenderos contratados ex profeso para la limpieza y cuidado de las playas. Da gusto llegar a la playa sobre las 9 o 9.30h de la mañana cuando los tractores y otras máquinas han terminado de alisar la arena de la playa para dejarla como una alfombra y los barrenderos se afanan en retirar cualquier resto de basura o incluso de barrer los senderos de tablas de madera que hay trazados entre el paseo marítimo y la orilla del mar.
Clima envidiable, menos cuando hay terral
Si tenemos en cuenta que en la Costa del Sol, demarcación turística donde se halla Fuengirola, se puede disfrutar de más de 320 días de sol al año, la metáfora usada para el eslogan oficial de la ciudad es acertadísima: “Fuengirola, un sol de ciudad”.
Aquí gozamos de un clima mediterráneo con una temperatura media anual de 18 grados centígrados, es decir, que la temperatura mínima de media suele darse en enero y es de 11 grados, mientras que la máxima de media es en agosto con 28 grados. No obstante, si llega el temido terral, fenómeno meteorológico típicamente malagueño de viento seco y recalentado del interior, resguárdate en un lugar con aire acondicionado y no salgas a la calle, porque con 33 o 34 grados sudarás de lo lindo y te parecerá que estás metido en una sauna. Afortunadamente los días de terral no son muchos durante el año. Ten en cuenta que el terral no solo se da en verano. Te puede pillar, por ejemplo, en abril u octubre y morirte de calor.
En cualquier caso, el mar es el gran aliado para regular el clima y mantener temperaturas muy agradables durante el año. Su efecto beneficio, por una parte, ayuda a disminuir el calor veraniego y, por otra parte, evita que la temperatura invernal sea menor que la del agua. Las heladas y menos aún las nevadas son inexistentes en el litoral costero de Fuengirola, pero sí son frecuentes en el pueblo y en la sierra de Mijas, a solo 7 km de distancia.
Para un friolero patológico como es mi caso la temperatura del mar en Fuengirola está siempre fría. Y no me refiero solo a sus 15 grados de media en enero, sino también a sus 23 grados de temperatura media del mar en agosto. Habrá algunos que compartan esa sensación térmica de “gato temeroso al agua”; para otros, en cambio, puede ser una temperatura óptima para refrescarse, bañarse o nadar durante largo rato. Por tanto, no lo encasillo en la categoría de contras de las playas de Fuengirola al ser un inconveniente demasiado subjetivo.
Contra de las playas de Fuengirola
Árboles sin sombra en el paseo marítimo
Admiro a los valientes corredores, a los turistas “atomatados” o a los sufridos padres y madres que empujan los carritos de sus hijos por ese extensísimo paseo marítimo de Fuengirola a horas veraniegas en las que sol es de justicia, digamos entre las 10h y las 19h, sin apenas una sombra bajo la que cobijarse. Las zonas sombreadas brillan por su ausencia, puesto que los árboles plantados actualmente son cualquier cosa menos frondosos -palmeras que están sustituyendo progresivamente a los feos y pelados tamarices- .
Bien es cierto que hace pocos años el Ayuntamiento de Fuengirola tuvo que sustituir los ficus del litoral costero debido a que sus raíces levantaban las aceras u ocasionaban daños a las instalaciones de los chiringuitos. La solución fue implantar masivamente tamarices de una punta a otra de Fuengirola, porque supuestamente resisten bien la salinidad y el levante. Confundido habitualmente con el tamarindo, que es un señor árbol, recio y robusto, el tamariz es más bien un arbusto, que posee un tronco delgaducho que suele inclinarse hacia el suelo, por lo que muchos ejemplares del paseo marítimo de Fuengirola se mantienen en pie gracias a la sujeción de unas tablas o cañas bien clavadas en la tierra; otros están tan doblados que si te descuidas caminando debajo de ellos te puedes meter una rama por un ojo. Su copa es tan raída como la calva de un monje a la que le salen cuatro pelillos por los costados.
Los tamarices de Fuengirola son una especie arbórea poco agraciados estéticamente. Según me cuenta un jardinero del ayuntamiento, podría haberse optado mejor por un árbol más hermoso y frondoso, con más sombra, como es el calistemo, que lo encontramos en los paseos marítimos de otras ciudades mediterráneas de Valencia y Cataluña como, por ejemplo, en Castelldefels. O el ayuntamiento fuengiroleño podría haber tomado como referencia los árboles que adornan el paseo marítimo del centro de Marbella, de impresionante elegancia y de espesura suficiente para crear una especie de boina de sombra.
Aunque la mayoría de los ciudadanos no suele echarle mucha cuenta al arbolado que engalana nuestras ciudades, la elección adecuada puede ser motivo de desagrado, como es la ausencia de sombras de los tamarices, o llegar incluso a las molestias serias, como es el caso de la suciedad generada por las jacarandas, árboles habituales en muchos municipios de la Costa del Sol. En Fuengirola no solo se encuentran en el centro, por ejemplo, delante del Mercacentro y al lado de la estación central de Renfe, sino también en barrios más periféricos como Los Boliches o Los Pacos. En primavera las jacarandas echan unas hermosas flores lilas y amarillas, que sin embargo desprenden una especie de resina que se queda pegada en las aceras y en los coches que hay aparcados bajo estos árboles. Hace pocos años en Málaga comenzaron a sustituir las jacarandas por especies arbóreas menos agresivas.
A lo largo de 2021 y 2022 el Paseo Marítimo de Fuengirola ha ido paulatinamente cambiando su cara en tres aspectos diferentes: se han hecho obras largas y costosas en muchos chiringuitos playeros para darles una imagen más moderna -como consecuencia, los precios de sus platos han subido-, se han instalado 64 pérgolas a la entrada de las playas de Fuengirola –su coste es disparatado, casi 2 millones de euros para unas estructuras de acero que dan una sombra discontinua, parcheada y de discutible utilidad (“Sombra aquí, sombra allá, maquíllate, maquíllate”)- y se ha sustituido un elevado número de tamarices por palmeras, que indiscutiblemente son esbeltas y elegantes, pero siguen sin proveer de suficientes sombras. Para colmo, las copas de las palmeras han sido ocupadas por las cotorras argentinas, una especie invasora sudamericana que se ha extendido como una plaga por muchas ciudades españolas. Además de destruir los nidos de las aves autóctonas, mutilan el arbolado que no les sirve bien de cobijo.
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Maria dolores
18 de julio de 2020Esto es antes de la pandemia del Covid, en la actualidad (agosto 2021),el paseo marítimo está muy sucio, falta de higiene, y huele mal,
Los árboles, si los quitaran, no se perdería nada
Hace falta más implicación por parte del ayuntamiento en la cuestión limpieza
Un saludo.
Jose Carlos Pozo
18 de julio de 2020La cuestión de los árboles en el Paseo Marítimo de Fuengirola va de mal en peor. Ahora están cambiándolo todo, de nuevo, a palmeras, que no dan ni una sombra y además sufren la plaga de las cotorras argentinas.
Ernesto G Devesa
18 de julio de 2020Entiendo lo de los árboles que no dan sombra pero lo peor es la playa de Fuengirola que está llena de piedras y nada se hace al respecto !!!!
Manmen
18 de julio de 2020Bueno había que pensar sino tienen algún familiar con propiedades de Viveros porque esto no es normal la cantidad de dinero que se tira en Fuengirola con la dichosas plantas habiendo tanta necesidad .
Pareciera que hicieran lo que le dan la gana y no escuchan los consejos de los expertos.
Y como las plantas otras tantas cosas que se arreglan y a los tres meses tienen que volver hacer. Como se nota que no lo paga de su bolsillo.